La memoria de Luis Cernuda iluminada por los destellos de una película silente, amenizada por una orquesta de jazz. Un viaje introspectivo al encuentro con lo vivido, volcado el tiempo en el esperanzado ayer, antes de que la imposición de la Dictadura militar en España le obligase al exilio. Regresa intemporal el recuerdo, arrebatado, sin orden que lo coarte, libre en el impulso de las emociones sentidas.

“No siempre he sabido, o podido, mantener la distancia entre el hombre que sufre y el poeta que crea”. Luis Cernuda escribió esta reflexión en 1958, en “Historial de un libro. (La realidad y el deseo)”, como objeción propia a su trabajo poético, que contravenía la directriz marcada por su admirado poeta T.S. Elliot en el ensayo “La tradición y el talento individual”: “… Pero mientras más perfecto sea el artista, más completa serán en él la separación entre el hombre que sufre y la mente que crea…”.

Afortunadamente, Luis Cernuda no supo separar las emociones sentidas ante los acontecimientos que jalonaron su vida de la prosa y la poesía que las evocaban. Ello ha posibilitado situar el punto de vista del documental “Luis Cernuda, el habitante del olvido” en Cernuda mismo. Es él en primera persona quien nos cuenta lo vivido, los avatares personales y los de la sociedad de su tiempo.

El cine ha de contar cosas complejas en un corto tiempo, por ello es el arte de la síntesis y de la elipsis. Lo esencial, para conseguir la concisión imprescindible. Lo verdadero (lo sucedido) y lo soñado (la ilusión, lo creado por la imaginación) se entreveran en la representación con el fin de expresar el ser de Cernuda. El documental, tratamiento creativo de la realidad, asentado en tres pilares fundamentales sobre los que se sostiene la trama:

1.- La soledad. El sentimiento que habita su ser e impregna su obra (“Entre los otros y tú, entre el amor y tú, entre la vida y tú, está la soledad”).

2.- El amor (“No es el amor quien muere en nosotros, sino nosotros quienes morimos en el amor”). Pasión que desafía las convenciones por el amor al que todo se entrega, esperanzado. Condicionado por la homosexualidad no aceptada por una sociedad cerril y pacata. La toma de conciencia de su homosexualidad, dispuesto a vivirla sin ocultamiento pese a la sociedad arcaica que la proscribe.

3.- La mirada sensible hacia sus semejantes, la solidaridad con los humildes y el compromiso ideológico para hacer frente a la injusticia social: “Confío en una revolución que el comunismo inspire. La vida se salvará así”, escribe Cernuda en noviembre de 1933.

Cartel del documental

Es obligación de los cineastas divertir, incitar a la reflexión, conmover. El tiempo lo miden las vivencias que lo señalan, la memoria fluye libre, a ráfagas, rebelde contra cualquier intento de encorsetarla. Por eso, en montaje audaz de Amparo Martínez, la película “Luis Cernuda, el habitante del olvido” (como denominó en sus memorias Alberti a Cernuda) entrevera los ejes vitales y la motivación poética de Cernuda, la realidad se amalgama con la imaginación en busca de lo veraz. Y ahí, la labor creativa de la actriz Gloria Vega vivificando los poemas con los que Cernuda expresó sus emociones, y escenificando junto a Asunción Díaz la belleza del sentimiento. El actor y cantante Juan Pinilla es la voz presente de Cernuda y con Sergio Antoranz evoca con sutileza la atormentada búsqueda de la pasión amorosa. Los responsables de la Fotografía, Mariano Izquierdo y Pablo Mínguez, ingenian con rigor desde la complejidad hasta alcanzar la sencillez, para que en la narración no se note el artificio en los diferentes espacios reales e imaginativos donde transcurre la vida de Cernuda. Sevilla, la vocación de poeta, alentada por Pedro Salinas y Juan Ramón Jiménez y el encuentro con los jóvenes escritores que serían llamados “Generación del 27”. La marcha hacia Málaga en busca de la libertad que anhela. El mar, donde habitan náufragos del amor prohibido. La amistad con Manuel Altolaguirre, Emilio Prados y José María Hinojosa, adalides de la Imprenta Litoral. La fraternidad con Vicente Aleixandre y con Federico García Lorca. Las vivencias como profesor en Touluse y el encuentro con el surrealismo. Y en el regreso a Madrid, el amor ansiado y el sufrido desamor. Gozo y aflicción. El compromiso con la República, como soldado en las trincheras y como intelectual en las ciudades, con el fusil que no dispara y la escritura que siente. Y la muerte de los poetas que con su voz defendieron la vida. El dolor incontenible. El fin de cualquier esperanza. Y el exilio. Irse para no volver. Transeúnte: “Desnudo de toda posesión, dispuesto siempre para la partida”.

El gusto de Luis Cernuda por la música y el cine permanece por siempre, necesitado de ambas artes, como de la poesía, en su vagar, deseoso de encontrar el refugio de su añoranza a la patria perdida ante el cruel exilio, la calma a su inquietud y el olvido de los amores contrariados. Las películas y el jazz le arrebatan. Posibilitado por el esfuerzo en la producción de Joaquín Recio y Carlos Guerrero, junto a la música compuesta por Pablo Miyar, que explora lo oculto de lo representado, se filman actuaciones “en vivo”, con la cuidada grabación en directo de Enrique Saavedra y Francisco Amaranto, que evocan las inquietudes artísticas de Luis Cernuda. El clarinetista Wolfang Puntas, desde Mozart, recrea la atmósfera que animaría el espíritu juvenil de Cernuda, conformando su mirada sensible al mundo. Julián Bedmar acompaña con la guitarra la voz limpia y el gesto de la actriz Gloria Vega. “Crash4jazz” rememora las proyecciones del cine silente y aquel jazz emergente de Touluse. Lucia Sócam pone voz y corazón a Cernuda para impulsar con el canto y la música la palabra del poeta a la actualidad.