Vamos a dar un salto en el tiempo para tratar de entender el conflicto en el que se encontró la literatura rusa en el primer tercio del siglo XX, en particular en los años de la revolución y en los primeros tiempos de construcción del sistema soviético. Evidentemente, por los consabidos problemas de espacio no abordaremos este asunto con la necesaria profundidad. Pero lo haremos más adelante en otros capítulos. Y aunque no nombramos a Pushkin, no nos alejamos de él, simplemente lo mantenemos como referencia oculta.

1. UNA CULTURA PROLETARIA PURA

En vísperas de la Revolución de octubre, Anatoli Lunacharskii organizó en Petrogrado una Conferencia en la que congregó a diferentes organizaciones culturales que reivindicaban la necesidad de construcción de una «cultura proletaria», independiente y diferente de la cultura clásica, considerada aristocrática y burguesa. Uno de los resultados de aquella conferencia fue la creación de la Proletkult, una nueva organización político-cultural que tenía como objetivo precisamente dirigir aquella batalla e intentar agrupar en su seno a todos los artistas y escritores que consideraban correcta aquella lucha hacia la nueva cultura del proletariado.

Eran muchos los que entendían aquella necesidad y los debates sobre la creación de una cultura proletaria venían desde atrás. Un ejemplo claro y brillante de esta corriente lo representó Alexander Bogdanov, quien ya en el año 1909, en su informe sobre La situación actual y los objetivos del partido, expresó la necesidad de crear una «cultura proletaria pura». Más tarde, continuó expresando esta idea en artículos publicados en diferentes revistas y en un libro que salió a la luz en el año 1924, titulado: Sobre la cultura proletaria.

Bogdanov fue un hombre muy comprometido con el movimiento revolucionario y mantuvo interesantes debates y polémicas sobre este asunto con otros intelectuales y pensadores. Con el tiempo fue uno de los fundadores y dirigentes de la organización Proletkult y desarrolló una interesante visión de la relación del trabajo industrial, del obrero y del ritmo de las máquinas con la nueva poesía proletaria. Así, en uno de sus artículos escribió: «el arte es la organización de modelos vivos [y] la poesía es la organización de [esos] modelos … en forma de palabras … en un único espíritu colectivo frente al espíritu individualista. … El primer objetivo de nuestra crítica en relación con el arte proletario consiste en establecer sus fronteras, establecer de forma clara su marco, para que no se disuelva en el medio cultural que le rodea, para que no se mezcle con el arte del viejo mundo … Nuestra poesía proletaria desde el primer momento ha mostrado su pasión por el verso rítmico sencillo … El obrero vive en la fábrica en el reino de los ritmos severos y en las formas elementales de la rima…»


Proletkult fue una más de las numerosas organizaciones, movimientos y tendencias literarias en las que se agruparon en aquellos años los escritores y artistas en Rusia y en la URSS, y a través de las que expresaron sus luchas político-literarias: neo-románticos, idealistas, simbolistas, futuristas, eclécticos, imazhistas, neoclásicos, constructivistas, serapionistas, escitas, etc. Veamos unos cuantos ejemplos:

Uno de estos grupos literario-políticos fue el creado alrededor de la revista Molodaia Gvardia (La Joven Guardia) bajo la redacción de Leopold Averbaj y la colaboración entre otros de Ilia Vardin, Radek y el patronazgo de Trotsky y Zinoviev. En la misma dirección, tuvo lugar en la primavera de 1923 la Primera Conferencia de Escritores Proletarios que acabaron fundando la Asociación de Escritores Proletarios de Moscú (MAPP por sus siglas en ruso), cuyo órgano de expresión fue la revista Na Postu (En el puesto), dirigida por Volin y Lelevich y con un listado de participantes similar a Molodaia Gvardia: Averbaj, Bednii, Isbaj, Levman, Lelevich, Koltsov, Radek. Ya en su primera editorial-manifiesto apuntaban que había que liberarse de la negativa influencia del pasado en lo ideológico y en las formas: «hay que poner fin a esto. Es imprescindible una dura línea proletaria en la literatura. … frente al rostro resucitado de la literatura burguesa y de los tambaleantes e indecisos compañeros de viaje».

Pero no solo se hablaba de literatura proletaria sino de arte proletario, así el 23 de septiembre de 1922, fue publicado en el diario Izvestia un artículo titulado Muzika dlia rabochego klassa (Música para la clase obrera), en el que se decía: «Es difícil no estar de acuerdo con que en las composiciones de Bach … se escuchan los lejanos sonidos de la época feudal. Lo mismo que es difícil estar en contra de que Chaikovskii representa el típico exponente, yo diría, de las preferencias musicales de la vida señorial de nuestra clase de hacendados aristócratas».

La revista Na Postu, el grupo literario Octubre, la primera Conferencia de la MAPP, fueron las expresiones más directas y evidentes de la lucha por la imposición de la idea de una cultura proletaria pura. En el primer número de Na Postu, en un artículo manifiesto, escriben: «La literatura proletaria debe liberarse definitivamente de la influencia del pasado tanto en el ámbito de la ideología como en el ámbito de las formas. Vamos a luchar contra los viejos pensantes … que se quedaron helados frente a los monumentos de granito de la vieja literatura aristocrática y burguesa, y no quieren quitar de los hombros de la clase obrera ese deprimente peso ideológico».

2.LA REIVINDICACIÓN DE LA TRADICIÓN LITERARIA CLÁSICA

Uno de los movimientos literarios con gran influencia, fue el de los Skifi (Escitas), quienes reivindicaban una concepción pan-eurasiática de la nueva revolución. Estaban fuertemente influenciados por las ideas eslavófilas, pero incorporaron a ellas las ideas del Asunto Común de Feedorov y las reflexiones de Leontiev sobre la influencia de la presencia tártaro-mongola en la cultura rusa.

Prácticamente todos lo poetas de este movimiento apoyaron desde el primer momento la Revolución de octubre y a los bolcheviques, pero marcando una clara diferencia con el componente occidentalista del bolchevismo, especialmente obrerista, que vinculaba la posibilidad del triunfo de la revolución en Rusia al triunfo de la revolución en Europa, y en particular en Alemania.

Para los Escitas, la idea principal era que la nueva revolución debería ser la expresión de todos los pueblos eurasiáticos puestos en contacto entre si en diferentes momentos de la historia por las migraciones de mongoles, tártaros, eslavos y los demás pueblos que habitan las grandes extensiones de Rusia. El gran Alexander Blok es el mejor y más conocido representante del movimiento literario de los Escitas y en 1918 publicó en las revistas Znamia truda (La bandera del trabajo) y Nahs Put (Nuestro camino), en la sección de literatura de la que era redactor Ivanov-Razumnik, varios trabajos que resultaron antológicos.

Uno fue su artículo La intelligentsia y la revolución, en el que dijo: «Nosotros, los rusos, estamos viviendo una época que, por su grandeza, tiene pocas semejantes, … la obligación del artista consiste en … escuchar la música que sacude «el aire roto por el viento». … La envergadura de la Revolución rusa es tal que desea abarcar a todo el mundo … «La paz y la hermandad de los pueblos», ese es el signo bajo el que transcurre la Revolución rusa. … Esa es la música que deben escuchar aquellos que tienen oído. … A la intelligentsia rusa le ha pisado el oído un oso … con todo el cuerpo, con todo el corazón, con toda la conciencia, escuchen la Revolución».

Otro, fue su poema manifiesto Skifi, el cual, junto a Los doce, es quizá la expresión más alta de la poesía contemporánea. Precisamente alrededor de la publicación de estos dos poemas se organizó un gran revuelo. El poeta Andrei Belii, íntimo amigo de Blok, le escribió a éste una carta en mayo de 1918 en la que le decía: «Te leo con asombro. Tu [poema] Skifi es grandioso y trascendental … no te lo van a perdonar nunca … me asombra tu coraje y valentía. Se sabio y une al coraje la precaución».

Ivan Bunin nunca aceptó la revolución de los bolcheviques y estuvo en contra desde el primer momento. Su oposición no solo era política, era más profunda, antropológica… partía de un odio racial contra el componente asiático bolchevique, según él creía percibir. Cuando tuvo conocimiento de que Alexander Blok se declaró bolchevique y apoyaba la revolución de los bolcheviques dijo de forma lacónica: «Blok es una persona estúpida». Merezhkovskii y su esposa Zinaida Gippius, que fue apasionada amante de Blok, rompieron su relación con el poeta y le calificaron de traidor.

El 21 de septiembre de 1922 en la revista Nakanune (Visperas), fue publicada una carta de Gorki… «Corren rumores de que yo he cambiado mi actitud con respecto al Poder Soviético. Considero imprescindible manifestar que el Poder Soviético es la única fuerza capaz de superar la inercia de las masas del pueblo ruso y despertar la energía de estas masas hacia la creación de nuevas formas más justas y racionales de vida. … Pero no puedo estar de acuerdo en la forma de relacionarse que tiene el Poder Soviético con la intelligentsia. Considero esta relación errónea, aunque sé que la fractura en el seno de la intelligentsia rusa es considerada por todos los grupos como un fenómeno inevitable de la política. … Para mí, el cisma de la intelligentsia es la ruptura de una misma energía en varias partes que tienen diferente velocidad de movimiento. El objetivo común de toda esta energía es despertar la relación activa y consciente hacia la vida de las masas populares, organizar en ellos el movimiento y superar la disolución anárquica de las masas. Este objetivo sería alcanzado más fácilmente y más rápidamente si la energía intelectual no fuese fragmentada. … Las gentes de la razón no son tantas como para tener derecho a no valorar su significado. Y finalmente, considero que las personas razonables y honradas, para las que el «bienestar del pueblo» no son palabras vacías … podrían ponerse de acuerdo … y no exterminarse unos a otros».

En 1922 empezó a publicarse la revista Novaia Rossiia (Nueva Rusia), la primera revista que desde fuera del ámbito del partido bolchevique expresaba el deseo de la intelligentsia rusa no bolchevique de colaborar con el Poder Soviético, con una sola condición… «la intelligentsia debe ser independiente para poder expresar sus opiniones». En un artículo editorial de esta revista, de marzo de 1922, en el que se expresaba la esperanza del renacimiento de Rusia a través de la revolución, escriben: «El fundamento no puede ser otro que la revolución … La construcción va e irá sobre nuevos principios, pero no absolutamente nuevos. En este novismo hay una gran continuidad histórica. Las raíces sanas de lo nuevo se entrelazan con las raíces sanas del pasado. … En la síntesis del novismo revolucionario con lo viejo prerrevolucionario se construye y se construirá la nueva Rusia revolucionaria».

El 9 de mayo de 1924 el Comité Central del Partido Comunista Ruso (bolchevique) organizó una reunión para discutir la política del partido en el ámbito de la literatura en la que tomaron parte dirigentes del partido como Trotsky, Radek, Bujarin o Lunacharskii, junto con escritores, poetas, críticos literarios y representantes de los grupos y organizaciones literarias. A. Voronskii tomó la palabra y comenzó a leer su informe Sobre la política del partido en la literatura, en el que dijo que aunque el Partido tenía su propia línea política en el ámbito de la literatura, nunca se había puesto de parte de ninguno de los grupos y tendencias y que se había limitado a prestar ayuda al funcionamiento de los diferentes grupos… «son organizaciones que el partido no puede llamar suyas. Todas son organizaciones literarias libres e independientes en las que el partido no debe inmiscuirse y no debe tomar posición en favor de unas y detrimento de otras».

El debate que siguió a las palabras de Voronskii fue muy violento. Vardin hizo una crítica muy dura diciendo incluso que había que destituir a Voronskii de su puesto… «su posición es entreguista. Y esta línea entreguista debe ser liquidada», dijo Vardin. Sin embargo Lunacharskii apoyó a Voronskii: «es necesaria la crítica, pero no la prohibición. No debemos alejar de nosotros a los artistas que no sean proletarios y no sean comunistas».

Una treintena de escritores se dirigieron a la reunión con una carta en la que entre otras cosas decían: «Los caminos de la nueva literatura soviética son duros y difíciles y en ellos son inevitables los errores. Nuestros errores son duros y difíciles especialmente para nosotros mismos. Pero protestamos contra los ataques indiscriminados contra nosotros. El tono de algunas revistas como Na Postu y su crítica, dada como si fuese la opinión de todo el PCR(b), aborda nuestro trabajo de forma sesgada e incorrecta. Consideramos necesario manifestar que semejante actitud hacia la literatura es indigna con respecto a la literatura y la propia revolución … Los escritores de la Rusia Soviética estamos convencidos que nuestro trabajo como escritores es necesario y útil para ella».

CONTINUARÁ

(*) Historiador