El pasado mes de agosto, la inflación superó el 10% por tercer mes consecutivo: algo inédito en España desde 1984.
Para las familias, la situación es aún peor de lo que ese número sugiere. El precio de productos tan esenciales como la electricidad (+60,6%), el gas (+24,8%), la gasolina y el gasóleo (+18,9%); de alimentos como el aceite (+24,0%), los lácteos y los huevos (+19,2%) o del pan y los cereales (+18,9%) crece por encima de la media, empobreciendo a un conjunto cada vez más amplio de hogares españoles. Un proceso que no es exclusivo a nuestro país, ni siquiera a la UE, puesto que el encarecimiento de los alimentos y la energía están siendo devastadores para muchos países del Sur Global.
No parece que esta situación vaya a revertirse pronto. El detonante de esta crisis, la guerra en Ucrania, continúa sin atisbo de salida negociada por los intereses enfrentados de la OTAN y Rusia en la región. A su vez, el recrudecimiento de las rivalidades geopolíticas, que ya alcanza también a China, es fuente de tensiones por el control de las cadenas globales de suministros y de los recursos no renovables que retroalimentan la actual espiral inflacionista.
Como en las crisis del petróleo de los años setenta, la actual crisis del gas expone con crudeza la fragilidad del sistema capitalista en su dependencia de los combustibles fósiles. Desde CCOO, hemos insistido en la necesidad de invertir en medidas de ahorro y eficiencia energética, así como de producción renovable, lo que implica también cambios profundos de nuestra economía y su mercado laboral.
Madrid, bastión del neoliberalismo
Pero también tenemos claro que los costes en la transición a este nuevo modelo no deben pagarlos la clase trabajadora. Medidas como la gratuidad del transporte público o de los consumos básicos de los hogares, la reducción de los precios energéticos y una tributación más alta de las grandes empresas y patrimonios no son menos fundamentales que las medidas de cambio productivo.
En mi región, la Comunidad de Madrid, no ha sido posible trabajar estas propuestas con el Gobierno autonómico. Y es que el proyecto de las derechas madrileñas (y de la nueva derecha occidental) se basa en surfear el descontento social y los miedos de las clases medias al desclasamiento para aislarlas ideológicamente del resto de las clases populares.
Para ellos, toda crisis es una oportunidad para profundizar en un sistema basado en la desigualdad, pues les permite erosionar los valores de unidad y solidaridad sobre los que se construye necesariamente cualquier alternativa.
No es menos preocupante el peso muerto de los dogmas neoliberales, que siguen rigiendo, a pesar de su descrédito, las políticas de los bancos centrales en su respuesta a la inflación. El encarecimiento de los tipos de interés decretado por el BCE mermará los ingresos de las familias que tienen hipotecas y créditos a tipo variable. Y para la mayoría de hogares, llueve sobre mojado.
Es inaceptable continuar así
El balance de una década de austeridad es devastador. En 2021, un 21,7% de la población española (10,3 millones de personas) estaba en riesgo de pobreza, frente al 19,8% de 2008. Un incremento que no puede divorciarse de la devaluación salarial impuesta tras la pasada crisis financiera: en 2020, el poder de compra de los salarios estaba todavía un -6,4% por debajo del de 2008. Y esta caída, que continuó en 2021, sigue en 2022 ante la negativa de la patronal de aceptar subidas salariales por encima de la inflación.
Es inaceptable continuar así. Además de una subida mínima del 3,5% este año, deben incorporarse a los convenios cláusulas de revisión salarial. Sólo así conseguiremos que la inflación no suponga una reducción de los ingresos de las personas trabajadoras. En el mismo sentido, nos dirigimos al Gobierno del Estado para que las subidas previstas en el SMI para 2023 garanticen que éste no pierde poder adquisitivo.
Desde CCOO, seguiremos organizados para superar el bloqueo patronal. Y vamos a movilizarnos, aquí como en el resto de Europa, para que trabajadoras y trabajadores no sean quienes paguen la crisis actual.
(*) Secretaria General de CCOO de Madrid