“Nuestra Cruzada es la única lucha en que los ricos que fueron a la guerra salieron más ricos”. Esta frase fue pronunciada por el dictador Franco desde el balcón del ayuntamiento de Lugo el 21 de agosto de 1942. Una afirmación que parecía hecha a medida del coruñés Pedro Barrié de la Maza, uno de sus más íntimos amigos y uno de sus principales apoyos financieros.

Barrié era bisnieto del fundador del Banco Pastor y desde 1937 presidía la Sociedad General Gallega de Electricidad. Su otro bisabuelo había hecho fortuna como comerciante, primero de trigo y después de sombreros, aunque encontraría más cuota de mercado traficando con armamento y personas, de manera que mandó casi una veintena de expediciones a África para llevar esclavos a La Habana. Su descendiente no podía desaprovechar tanto talento familiar y lo utilizó para financiar la compra de material bélico destinado al golpe militar que terminaría a sangre y fuego con la II República. Justo al finalizar la guerra, en 1939, Pedro Barrié se convirtió en el accionista mayoritario del Banco Pastor y en su presidente vitalicio. Ese mismo año comenzó la construcción del holding empresarial que le llevaría a poseer docenas de sociedades en toda España, incluyendo, entre otras, la principal productora cinematográfica del aparato propagandístico del Movimiento, los astilleros de Astano y, por supuesto, su buque insignia: Fuerzas Eléctricas del Noroeste, S.A. (Fenosa). Por esas fechas presidió la denominada Junta pro Pazo del Caudillo, que organizó la “subscripción popular” forzosa para comprar el famoso pazo de Meirás a los herederos de Emilia Pardo Bazán y regalárselo a su colega, el generalísimo.

Desde su creación en 1943, Fenosa se dedicó a anegar tierras y pueblos para construir embalses (los famosos pantanos) y el sátrapa se encargó de inaugurarlos. Las obras de ingeniería que Pedro Barrié impulsó dejaron a miles de personas sin sus viviendas, como en Castrelo do Miño en los años sesenta, donde uno de sus embalses inundó las mejores cepas de vino Ribeiro, provocando fuertes protestas encabezadas por el Partido Comunista de Galicia.

En 1955, Franco nombró a su amiguete conde de Fenosa, inventándose un título nobiliario que llevaba el nombre de una empresa y soliviantando con ello los ánimos de los elementos más puristas de la nobleza española. También le otorgó las más altas condecoraciones que puede conceder el Estado y le designó procurador en Cortes durante nada menos que veinticinco años, entre 1946 y 1971.

Tras su muerte, su esposa Carmela Arias y Díaz de Rábago pasó a presidir el Banco Pastor y la Fundación Pedro Barrié de la Maza, convirtiéndose en la primera mujer en España que accedió a la presidencia del consejo de administración de un banco. En mayo de 1989, ejerció de anfitriona de la reunión del Club Bilderberg en el Gran Hotel de A Toxa, la elitista isla gallega que también llegó a ser de su propiedad. David Rockefeller, Henry Kissinger y compañía elucubraron allí sus intrigas seis meses antes de la caída del muro de Berlín.

En 1983, Fenosa se fusionó con la madrileña Unión Eléctrica, dando lugar a Unión Eléctrica Fenosa. Fue absorbida en 2009 por Gas Natural, pasando a denominarse Gas Natural Fenosa. El 27 de junio de 2018, la Junta General de Accionistas acordó que pasara a denominarse Naturgy, que es una de las grandes eléctricas que saquean nuestros dineros y continúan abriendo sus puertas giratorias. El grupo empresarial tuvo en nómina a decenas de políticos en sus años de existencia, entre ellos dos expresidentes del gobierno: Leopoldo Calvo Sotelo (quien nos metió en la OTAN) y Felipe González (quien nos reafirmó en ella).

— Y digo yo… ¿aquí no haría falta una Revolución?

— Y luego, ¿por qué me lo preguntas?