Dos recientes comentarios míos en twitter han generado algunas respuestas afirmando que estoy apoyando a Putin, o sus crímenes, o la invasión a Ucrania o cosas así. Repasemos mis tuits e intentemos reflexionar sobre ello.

En el primero de ellos, decía esto: “La anexión del Donbas a Rusia es ilegal, pero el Sáhara sí es de Marruecos, Jerusalén es la capital de Israel, Kosovo es independiente y el presidente de Venezuela es Juan Guaidó”. La respuesta de muchos es que yo estaba aprobando la anexión del Donbas mientras que ellos, muy coherentes, decían que todo eso que yo enumeraba era ilegal.

A mí me parece evidente que, precisamente, estoy exponiendo la incoherencia de quienes dicen que lo del Donbas es ilegal, pero silencian ante lo otro. Coherente sería que, si apoyas la política europea frente a la guerra de Ucrania, deberías pedir que la UE y la OTAN envíen armas a los saharauis y a los palestinos, y que sancionáramos y rompiéramos todos nuestras acuerdos y comercio con Marruecos e Israel.

Si, en cambio, como yo, piensas que no es cuestión de ir mandando armas a todos los que consideras los buenos en cada conflicto, sino de buscar negociaciones y acuerdos, deberían estar a mi lado, denunciando la política de Europa y la OTAN. En conclusión, estoy denunciando el doble rasero entre esas situaciones, no defendiendo la anexión del Donbas.

Mi segundo tuit: “Estamos en el bando de los que asesinaron con un coche bomba a la periodista rusa Daria Dúguina, los que han explosionado el puente de Crimea dejando tres muertos y probablemente los que han dinamitado un gaseoducto. Si no fuera porque somos los buenos, pensaría en terroristas”.

De nuevo la respuesta e interpretación de algunos es que yo estaba legitimando los crímenes de guerra y violaciones de derechos humanos de Rusia. Pues no. Denunciar los crímenes de ETA, no es defender los crímenes de los GAL, ni viceversa. Denunciar el atentado del 11S en Estados Unidos o del 11M en Madrid no es defender los crímenes de Bush o de Aznar en Iraq.

En cambio, lo que sí es hipócrita y cómplice de terrorismo es escandalizarte y llamar terrorismo, con razón, a una bomba lapa en el coche de un periodista o profesor en España o en Estados Unidos y no llamar terrorismo si nuestra socia y admirada Ucrania lo hace con la periodista Daria Dúguina en Moscú, según han señalado los servicios de inteligencia estadounidenses. Independiente de la ideología que pudiera tener Dúguina o su padre, ¿o acaso aceptaríamos asesinar con coche bomba a la hija de Abascal porque creemos que su padre es fascista?

¿Por qué ahora te acusan de defender o estar al lado de Putin si afirmas que dinamitar un puente provocando la muerte de los civiles o bombardear un gaseoducto es un acto terrorista?

No solo eso, si el bando que apoyas, al que envías armas, municiones, asesores militares y mercenarios, y a cuyo máximo líder recibes en el Parlamento y aplaudes, está detrás de bombardeos a puentes y atentados mortales contra civiles, parece claro que estás en el lado del terrorista.

Lo que ocurre con estos debates es sencillo. Algunos forman parte del sector que apoya a un bando a costa de ir provocando más muerte y más tragedia enviando armas y tropas. Otros, sin dividir la guerra entre buenos y malos, estamos pensando en acabar con esta sangría, de dialogar, de la necesidad de llegar a un acuerdo, de terminar con esta escalada de terror que está amenazando ya a todo el planeta. Como los primeros no quieren oír hablar de negociación ni de acuerdos de paz, porque su apuesta es la guerra, necesitan decir que nosotros apoyamos a Rusia, defendemos a Putin, estamos de acuerdo con la anexión del Donbas y cosas así.

No es nuevo, cuando pedíamos la paz en Yugoslavia decían que defendíamos a Milosevic, en Libia que apoyábamos a Gadafi y que en Siria estábamos con Al Asad. Los que piden sangre siempre acusan de ir con los malos a los que cometen el delito de pedir la paz.