Si buscas una explicación jurídica de la Ley del solo sí es sí, esta no es tu lectura. Este artículo tiene su razón de ser en la explicación entre la convergencia del discurso punitivista y el machismo y la necesaria batalla que desde la izquierda debemos dar hacia el importante retroceso del modelo penal resocializador frente al modelo penal de control. Este último modelo se conforma con la mera retribución y la neutralización de determinados individuos, así como con comportamientos considerados por la sociedad como peligrosos. Batalla a dar fuera y dentro de nuestra militancia.
Se puede definir el “populismo punitivo” como la estrategia de manipulación que se ejerce sobre la sociedad a través de las inseguridades colectivas, cuyo fin es la restricción de libertades fundamentales mediante la neutralización de los debates comunitarios, así como la criminalización de ciertos sectores sociales. El populismo punitivo introduce la idea de que el endurecimiento del derecho penal, del derecho penitenciario y del control va a traer consigo una reducción de la criminalidad. No es baladí mencionar que esta reacción nace de forma coordinada con el neoliberalismo y que uno de los países donde más se asienta es EE.UU., país donde paradójicamente no paran de aumentar los homicidios, aun habiendo desarrollado este marco jurídico. De nuevo, el poder de los mercados, alineado con el movimiento político reaccionario, transforma nuestro Derecho. Porque queridas lectoras y lectores, el Derecho es ideología.
Y es en este punto donde el populismo punitivo entra en convergencia con el sistema de dominio institucionalizado, que mantiene la subordinación e invisibilización de las mujeres: el patriarcado. Ambos concurren en la dominación de la clase obrera como elemento reaccionario mediante una supuesta protección de las mujeres. Esta no es otra que la actitud paternalista propia del sistema patriarcal para conseguir la restricción de derechos y libertades. El “no viola el hombre, viola el violador” no es más que el lenguaje que individualiza el machismo al caso concreto y que no se enfrenta al problema estructural, y el “somos los únicos que defendemos cadena perpetua para asesinos y violadores” la respuesta punitivista a la individualización.
La Constitución vigente, que nace bajo un contexto de extensión del populismo punitivo internacional, recoge en su apartado segundo del artículo 25 que “las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social”. En consecuencia, constitucionaliza como principio rector un derecho penal democrático de respeto a la dignidad humana y al desarrollo integral del reo; principio desvirtualizado con las continuas reformas penales, que han sido desarrolladas tanto por el PP como por el PSOE y avaladas por sentencias del Tribunal Constitucional, basadas en la mediatización del dolor de las víctimas y que tenían como base, en algunas ocasiones, la supuesta lucha antiterrorista. La mediatización del dolor de las víctimas ha llegado hasta el punto de buscar caladero de voto introduciendo a víctimas y familiares de graves delitos en primera línea política, haciendo cooperadores necesarios a quienes defendemos que el aumento de penas no es la solución a problemas estructurales.
Un contundente apoyo a la Ley es un contundente apoyo a la lucha feminista.
La nauseabunda oposición de la derecha política y mediática ante la Ley del solo sí es sí responde únicamente a la confluencia entre el patriarcado y las actitudes punitivistas. No entramos en el debate de si se elevan o se bajan las penas, nos importa la construcción de un derecho penal democrático y con perspectiva feminista que vaya encaminado a la creación de una sociedad sin dominio de clase y de género. Es por ello que no hay que caer en el discurso demagógico punitivista, sino centrar las reivindicaciones en la educación y reparación del daño a las víctimas.
La izquierda pierde la oportunidad de poner en el debate público el posicionamiento antipunitivista y abandona la batalla cultural cuando se sitúa en posiciones de repliegue defensivas, dando oportunidad a la derecha de marcar la línea discursiva en el ámbito penal. Es por ello, por lo que nos posicionamos en la trinchera de defensa de la Ley del solo sí es sí, una ley que pone en el centro el consentimiento y que acaba con las actitudes machistas que observábamos en los operadores jurídicos. Ni una pregunta más de cómo iba vestida, de si fue intimada por cinco hombres o si drogar era abuso.
No podemos acabar sin mencionar, que el sistema carcelario responde a la idea capitalista de criminalización de la pobreza y la reproducción de las relaciones sociales de producción. Pero esto lo veremos en el próximo artículo.