La extrema derecha española intenta expandir sus tentáculos por América Latina tras la estela de gobiernos progresistas que recorren el continente.

VOX quiere afianzarse en la región, y para ello, a principios de este año, hizo un primer desembarco con el Foro de Madrid en Bogotá intentando tejer alianzas con referentes conservadores y partidos nacionalistas de América Latina para armar una “alianza anticomunista”.

No podemos pasar por alto el apoyo de la formación de Abascal al golpe de Estado contra el presidente Evo Morales y su continua defensa de la golpista y fascista, Jeanine Áñez.

Su cruzada anticomunista les llevó a México este pasado 20 de noviembre, en donde Abascal, acompañado, entre otros, por Eduardo Bolsonaro, hijo del ex presidente brasileño Jair Bolsonaro, y por la estrella de la ultraderecha argentina, Javier Milei, hicieron gala de sus proclamas anti feministas y contra las políticas LGTB, entre otras cuestiones. No podemos obviar los vínculos de VOX con la plataforma mexicana, Yo Influyo, dependiente de la secta ultracatólica El Yunke, quienes a su vez mantienen relaciones directas con Hazte Oír. Sin olvidar a la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) cuyos creadores son los dirigentes del Partido Popular, con Aznar a la cabeza, y los empresarios españoles con intereses en la región como el BBVA, el Santander o ENDESA

Tras la extinción del autoproclamado Grupo de Lima, la extrema derecha española intenta reavivar unas relaciones con un poso colonial que se arrastran de un pasado imperial afianzado en la época de los gobiernos del PSOE de un Felipe González, íntimo del empresario venezolano Gustavo Cisneros, al que el Estado español de la época le vendió Galerías Preciados, así como del magnate mexicano de las telecomunicaciones, Carlos Slim, quien ha amasado su fortuna por los vínculos con el PRI de Peña Nieto, y del que fuera presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, represor de la revuelta popular de El Caracazo contra las políticas de austeridad del FMI, que derivó en la muerte de 276 personas y en más de 3.000 desaparecidos.

Estos vínculos, heredados ahora por la extrema derecha de nuestro país, intentan socavar los gobiernos revolucionarios de América Latina a través del aval de golpes de Estado o de financiar organizaciones contrarrevolucionarias. Por eso, es esencial apoyar propuestas como la impulsada actualmente por el presidente López Obrador de revitalizar la CELAC y así, a través de este tipo de instrumentos, conseguir afianzar la tan ansiada integración latinoamericana y caribeña, clave para seguir fortaleciendo los gobiernos progresistas y revolucionarios de la región. Una integración latinoamericana y caribeña que tiene que servirnos de modelo de apuesta por la unidad y que es clave para frenar en avance de la ultraderecha. Si nos dividen, ellos vencen. De ahí que sea esencial profundizar en experiencias como la del Frente Amplio en Uruguay o la de Apruebo Dignidad en Chile. América Latina sabe lo que se juega en la región y sabe que el “divide y vencerás” es una realidad que puede acabar con todos los avances sociales conseguidos en el continente. ¿Seremos capaces de aprender de las  experiencias latinoamericanas? Esperemos que sí.

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