«Todo científico sueña con hacer algo que pueda ayudar al mundo«. Tu Youyou, en una conferencia donde animaba a jóvenes investigadoras

Como un regalo de la medicina tradicional china para el mundo definió nuestra pionera de hoy la investigación que le valió el Premio Nobel. ¡Y vaya pedazo de regalo! Ahora verán…

A nadie se le escapa, siquiera de manera intuitiva, que la biodiversidad es el mayor proveedor de sustancias y compuestos químicos para curar numerosas enfermedades. Y que muchas de estas moléculas que están en la naturaleza podemosencontrarlas siguiendo su pista en nuestra tradición popular para combatir distintas dolencias. Combinar el estudio de la tradición con el uso del método científico es una excelente manera de avanzar en ciencia, especialmente en ciencia médica.

Pues más o menos eso mismo debió pensar nuestra pionera, y verdadera heroína, de hoy: Tu Youyou, quien decidió estudiar los remedios tradicionales chinos y, en combinación con el rigor del método científico, descubrió un tratamiento para la malaria y, con ello, poner la primera piedra para salvar miles de vidas. Pensemos que aún hoy la malaria sigue siendo una de las enfermedades con mayor índice de mortalidad en el mundo: aproximadamente 600.000 muertes al año y cerca de 200 millones de casos clínicos. Imaginemos qué sería sin la aportación de Tu Youyou (por supuesto hay que tener en cuenta que no es la falta de desarrollo científico el problema, sino la falta de acceso a medicamentos y suministros básicos en gran parte de la población lo que sigue matando hoy día; pero esa es otra historia y merece ser contada en otra ocasión).

Nuestra protagonista nació en Nigbo, China, el 30 de diciembre de 1930 y estudió Farmacología en la Peking University Medical School, así como medicina tradicional china durante otros dos años y medio, lo que le llevó a trabajar como investigadora en la Academia de Ciencias Médicas Tradicionales Chinas donde hizo sus pinitos investigando en esquistosomiasis.

La situación de la comunidad científica en plena Revolución Cultural China no era precisamente halagüeña, como sabemos. Sin embargo, para Tu significó toda una oportunidad gracias a la secretísima Misión 523. Con ese nombre parece un proyecto de supervillanos, ¿verdad? Pues nada más lejos:

Estamos en 1967, plena Guerra de Vietnam. Ho Chi Minh pide ayuda a China para luchar contra la malaria que estaba causando más estragos entre los soldados (y suponemos que también entre la población civil, claro) que la propia guerra. Y la cosa pintaba mal: ya EEUU y China habían probado más de 240.000 compuestos distintos sin resultados.

En estas que Mao Zedong decide poner en marcha una investigación secreta (la susodicha Misión 523) para tratar de encontrar una cura. Y ¿a quién piensan que llamaron para esta supermisión? A nuestra pionera, evidentemente; primero como investigadora de campo en la Isla de Hainan y luego como investigadora principal del proyecto.

Tu, como dijimos al principio, decidió empezar estudiando los textos de medicina tradicional china en pos de referencias y algo de luz. Así, de entre más de 2.000 recetas y 380 extractos de plantas, encontró uno, Manual de Práctica Clínica y Remedios de Emergencia escrito en el 340 que le dio la pista definitiva: ajenjo dulce o Artemisia annua, recogido como buen remedio para fiebres.

Aquí entra en acción la parte del método científico comme il faut. Tu y su equipo realizaron numerosos ensayos durante largo tiempo hasta que finalmente (no sin baches en el camino, que eso también hace ciencia), consiguieron extraer y aislar, por extracción a baja temperatura, la artemisinina, que demostró eficacia contra la malaria primero en ratones, luego en animales, y finalmente en ensayos clínicos en humanos, empezando por la propia Tu que, como ella misma dijo, “era la jefa de la investigación y por tanto tenía la responsabilidad”.

Y al final se consiguió el objetivo: un fármaco para la malaria. Resultados que fueron publicados de forma anónima en 1971 y presentados por la propia investigadora ante la OMS en 1981.

La cultura de valorar los esfuerzos del equipo y no esfuerzos individuales dejó en la sombra a Tu Youyou hasta los 2000, cuando empiezan a llover los reconocimientos. Especialmente reseñable es el Nobel de Medicina de 2015 “por su descubrimiento de una nueva terapia para la malaria”, convirtiéndose así en la primera persona en China en recibir el Nobel de medicina y la primera mujer china en recibir el Premio Nobel en cualquier categoría.

Esa cultura de valorar los esfuerzos colectivos también estaba presente en Youyou. Como dijo al recoger el Nobel: “El descubrimiento de la artemisina es un ejemplo de los exitosos esfuerzos colectivos en la ciencia, del trabajo y colaboración de numerosos equipos”.  Sin duda, un aprendizaje a tener muy en cuenta en tiempos de individualismo desbocado.

Nunca ha dejado de trabajar nuestra pionera que, como imaginaréis, ya peina canas. Siguió dirigiendo su propio laboratorio en Beijing hasta una edad muy avanzada. No cabe otra que agradecerle siempre esa vida de sacrificio y el no dejar de creer en sus propios caminos: su apuesta por combinar el método científico con la tradición medicinal consiguió salvar miles de vidas.

(*) Coordinadora del Área de Medio Ambiente de IU

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