El domingo 13 de noviembre Madrid se paralizó en defensa de la Sanidad Pública. Llegaron de pueblos y barrios de todo Madrid. Cuatro columnas salieron para encontrarse en Cibeles. Sólo llegaron las cabezas. Las colas de las marchas se extendían hasta Atocha, Colón, Gran Vía y O´Donnell. Se intuía que iba a ir mucha gente pero nadie se imaginó la magnitud: 650.000 personas según la organización. Esa gigantesca manifestación no la habían convocado ni partidos, ni sindicatos: surgió del movimiento ciudadano que llevaba dos años concentrándose en las puertas de los centros de salud denunciando el deterioro planificado de la sanidad pública.

El lema de la convocatoria era Madrid se levanta. Y Madrid se levantó masivamente para gritar BASTA! Hay que reconocer que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, fue la que más contribuyó al éxito de la movilización: su política de recortes en Atención Primaria y en las urgencias de los centros de salud y de los pueblos, su desprecio por los profesionales sanitarios y por los ciudadanos, a quienes sus médicos atenderían telemáticamente, consiguió indignar a todo el mundo; tanto que alcaldes de su propio partido pusieron autobuses a disposición de sus vecinos indignados para que pudieran llevar su protesta a la manifestación.

Hacía tiempo que Madrid no respiraba así. Han pasado ya años desde las mareas blancas contra las privatizaciones de Esperanza Aguirre. El corazón de la capital se convirtió en una fiesta de pañuelos blancos, de alegría y de ilusión de vernos juntos. “Solo el pueblo salva al pueblo”, se gritaba. “Hay que saber unirnos al margen de nuestras diferencias, porque unidos podemos, pero divididos nos quitarán todo lo público”. También se dijo: “A la hora de votar hay que tener memoria. Esto tiene responsables. Y los responsables tienen nombre”.

El activismo, que se había quedado noqueado tras la mayoría absoluta de Ayuso en las últimas elecciones de la Comunidad de Madrid, ha salido del shock.

Se guardó un minuto de silencio por los fallecidos por el Covid y se recordó a los mayores abandonados a la muerte en las residencias. Resucitó Labordeta y en el escenario se sucedieron las palabras de denuncia y reivindicación de ciudadanas, ciudadanos y profesional sanitario. Se reivindicaron las urgencias rurales, las urgencias extrahospitalarias, y la inversión en salud mental, también juvenil e infantil. Se pidió incremento de los presupuestos, aumento de la plantilla, blindaje de la Sanidad, políticas de prevención y participación comunitaria y que cese la caza de brujas contra quienes denuncian la situación, entre otras cosas. “No puede ser que intentar recuperar la salud dependa de que tengas suficiente dinero para hacerlo”.

Madrid, se intuía, iba a ser la mecha que prendiera en otras comunidades. Los andaluces se manifestaron en Sevilla el día sábado 26, les siguieron otras ciudades. Al cierre de esta edición más de 1000 médicos de familia y pediatras de Madrid se reunieron para acordar comenzar su cuarta semana de huelga indefinida en defensa de la sanidad pública. Otras comunidades anuncian movilizaciones: Cataluña, Andalucía, Navarra, Aragón, Galicia, Baleares, Extremadura, Galicia…

José Luis Yuguero estaba al frente de la manifestación de Madrid. Autónomo, encargado de mantenimiento de calderas, fue quien “cargó con la organización”, como él dice, y gestionó la autorización con la Red Solidaria Popular de Latina y Carabanchel. Una mujer le define así en twitter: “vecino del distrito de Latina, lleva años dejándose la piel por el barrio, por la sanidad pública y por las vecinas y vecinos que tenemos la suerte de tenerle cerca”.

Quedamos con José Luis en su barrio, en Alto de Extremadura para que nos contara cómo se organizan, cómo han valorado el éxito de la convocatoria y cómo van a continuar.

Ha pasado ya un mes ¿Cuál ha sido la valoración de la manifestación?

No pensábamos que íbamos a tener ese éxito. La manifestación del 22 de octubre ya fue una sorpresa. Y con aproximarnos a esa participación nos dábamos por contentos. Pero la multiplicamos. Ocupamos 270.000 metros cuadrados. Calculamos que éramos unas 650.000 personas.

Al día siguiente la policía nacional barajó la cifra de 900.000. Solo de la Sierra Norte de Madrid bajaron casi cuarenta pueblos, a pesar del boicot de transporte que habían montado.

Es el hecho políticamente más importante, como mínimo, de los últimos 4 años. Y las consecuencias de la movilización se irán viendo en el tiempo.

Otro punto a destacar es que se rompe el shock que tenía el activismo, que se había quedado noqueado después de las últimas elecciones de la Comunidad de Madrid. Esos dos hechos marcan la posible recuperación.

El tema no es la dimisión de Ayuso, eso no es lo que moviliza; es un tema de trabajar con la gente y de crear tejido social. Ahí está el éxito.

Ya llevamos 4 semanas de huelga indefinida, que por primera vez no tiene una reivindicación económica. Les piden que doblen jornada que y se lo pagan como horas extras, pero lo que quieren es más tiempo para atender a los pacientes y más personal. El tema de la profesionalidad ha superado al económico. Es una reivindicación del derecho a la salud pública.

La reivindicación y la movilización ha tocado al nicho electoral del PP. De hecho no se hace ningún sondeo electoral. Tienen que mover pieza y no quieren.

¿Quién está detrás de esta convocatoria?

Las asambleas de barrio que se hacían en los centros de salud. Ahí es donde hablamos todo. Y ahí se están creando gérmenes de poder que si se desarrollan es una alternativa.

Empezó en el 2020, poco antes de la pandemia. Comenzó Carabanchel, al poco nosotros y luego se unió Villaverde. Y ha dado frutos. El hecho de que hubiera un encierro en Carabanchel y que en los 15 días que duró hayan pasado por allí 2.000 personas, eso es muy importante. En mi centro de salud todos los jueves nos reunimos entre 70, 100, 200 personas.

¿Y cómo os organizasteis?

Hicimos un movimiento de base, de ir a las asambleas y trasladar lo que allí se dice. Hay gente que viene del 15 M, y que viene del PCE, pero entienden que el tema no es la dimisión de Ayuso, eso no es lo que moviliza; es un tema de trabajar con la gente y de crear tejido social. En el franquismo no estábamos hablando del dictador todo el día, estábamos hablando de derechos sindicales, de convenios, de mejoras de los barrios… cosas muy ligadas a todo el movimiento sindico-social. Ese es el gran éxito.

En esta parte del barrio hay 64.000 cartillas y no tenemos un pediatra, en Caramuel y Alto de Extremadura. Tenemos que ir al pediatra de Lucero, y allí, ahora con la bronquiolitis están dando cita para dentro de 15 días. La metodología es que la propia gente, la de base, sea la propagandista; decir a una vecina que ella tiene más credibilidad en su vecindad que Ana Rosa Quintana desde la tele, porque a ella la conocen de toda la vida, ha visto a tus hijos crecer y cuando ella dice que la Sanidad no funciona y que hay que hacer algo, la van a creer. Cada uno lleva sus carteles y los va poniendo en sus portales. Y así se va tejiendo una telaraña muy, muy potente.

La izquierda tiene que reflexionar; si quiere defender a la gente tiene que estar pegada a ella.

Otra conclusión que saco es que esto nos tiene que llevar a reflexionar sobre el papel de la izquierda. Algunos pensamos que no está respondiendo realmente a los requerimientos de la sociedad hoy. Creo que hemos perdido mucho el contacto con la gente. El objetivo que tiene la izquierda es defender a los suyos, y para hacerlo tienes que estar pegado a ellos.

Una de las reivindicaciones que se plantea es la Sanidad pública y universal. ¿No es universal ya?

Una cosa es la ley y otra el desarrollo de la normativa. La aplicación de esta ley sanitaria no causa ninguna exclusión sanitaria en Valencia ni en Cataluña. Pero sí en Madrid. La diferencia está en que en otros sitios es complementaria y aquí es subsidiaria.

Hay más de 37.000 personas que no tienen atención médica porque no están regularizadas. En la red solidaria de Carabanchel tenemos a dos mujeres que han dado a luz sin haber visto a un ginecólogo durante todo el proceso. Y cuando han dado a luz les han pasado la factura del parto. Esa factura va por vía administrativa, pero a la hora de la regularización, como tengas una deuda no te aceptan. A eso se añade la angustia de saber que si van a urgencias y le tienen que hacer una radiografía a su hijo le pueden acabar pasando una factura de 1.500 euros. Y también hay gente con patologías crónicas que no tiene asistencia. Algunos médicos se han saltado las normas y les han atendido pero les han presionado para que no lo vuelvan a hacer.

Y ahora ¿qué hacer?

Nos volveremos a reunir el 14 de diciembre para evaluar al situación y ver cómo va el conflicto. Una de las propuestas que se barajan es realizar una #ConsultaPorLaSanidad donde la población pueda expresar su opinión sobre el futuro de la #SanidadPublica.