Hay quien nos prefiere encerrados en el enfrentamiento con VOX, cuando VOX es lo que necesita. Cuando es el P.P. quien en este país está mostrando que maneja el núcleo duro del Estado, lanzando un mensaje claro: son ellos la garantía de que en España no se pueda hacer política de izquierdas, aun cuando se gane en las urnas.

VOX apostó por una batalla cultural que tenía muy difícil desde el principio: machismo, franquismo, España Una, Grande, Libre….

El poder exhibido por el P.P. desde el Poder Judicial y la Policía y Guardia Civil en la sede derechista preparando la respuesta al Gobierno, demuestra quién es el garante del autoritarismo que viene, del neoliberalismo autoritario.

La apuesta del P.P., por su dimensión, por su escala, deja muy atrás las payasadas de VOX.

Si consideramos que el actual Gobierno es la primera experiencia de la izquierda en el poder, que esta situación ha de repetirse, que en estas condiciones podemos hacer avanzar la transformación social que perseguimos, no hay otra que afrontar cómo vamos a torcer el poder de la derecha en la estructura del Estado.

¿Es posible cambiar la composición de clase de la judicatura? ¿Son posibles unas fuerzas armadas al servicio del pueblo? ¿Y unas fuerzas de seguridad en defensa de la democracia y los derechos sociales? ¿Los servicios secretos actúan vigilando y controlando la política, o han de dedicarse al control de las muchas mafias que se van instalando en España e infiltran la política y la economía?

Tras la matanza chilena contra Allende y la U.P., Hugo Chávez demostró que la vía democrática era posible. A condición de tener de tu lado al ejército y la policía. No se dan esas circunstancias en este país. Y no podemos seguir quemándonos en la impotencia.

Ha habido un cambio en la batalla cultural en nuestro país. La dimensión de la amenaza del P.P. deja en ridículo a la extrema derecha. Muestra sus armas sin pudor, y lanza el mensaje de que son la garantía para que no pueda gobernar la izquierda.

Y ha conseguido que una parte de la población, no pequeña, defienda que es justo que la derecha impida el programa de la izquierda porque controlan el poder judicial y a todos los que portan legalmente armas.

El único éxito de la batalla cultural ha sido el conseguir determinar el debate político según sus intereses. Pues nos interesa la defensa de la democracia, primer escalón de una política popular.

Esta vez toca hacer toda la pedagogía necesaria que explique que si se impide la alternancia, que sólo hay una forma conservadora y retrógrada de hacer política, no hay democracia. Si estamos en el Gobierno, esto debe ser más fácil.

(*) Militante del PCE