Más de trescientas mil personas se congregaron en la toma de posesión de Lula en un acto con extraordinarias medidas de seguridad al que no asistió Bolsonaro. Una semana después los bolsonaristas invaden las instituciones democráticas. Se identifican bien las coordenadas del momento presente en las que tiene que hacer política la izquierda: movilización popular para hacer frente a una ultraderecha que ya no (ni antes) reconoce las reglas del juego democrático cuando no gana. Lula ha evitado la reelección de Bolsonaro gracias a un proceso de acumulación de fuerzas sustentado en la movilización popular y a una inteligente política de alianzas sobre la que ha conformado un campo demócrata frente a uno autoritario, sin desechar a las derechas demócratas.
El PCE afronta un ciclo electoral con inicio en las municipales y autonómicas pero que, también, comportará generales y europeas en una situación de excepcionalidad democrática por la ofensiva reaccionaria. Como la izquierda brasileña, se ha de estar a la altura de lo que nos jugamos como país. No en vano, venimos de una histórica victoria de la derecha postfascista en Italia ante una izquierda incapaz. Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar.
La unidad como necesidad democrática
En coyunturas complicadas el PCE ha sido capaz de desarrollar procesos políticos unitarios frente al fascismo, como el Frente Popular, y procesos de innovación política que rompieron los marcos tradicionales de los partidos. La creación de Convocatoria por Andalucía, germen de IU, fue una formidable expresión de experimentación política sustentada en la participación popular, la convergencia partidaria y la propuesta alternativa al neoliberalismo y al bipartidismo.
El PCE sabe que su papel histórico es el de generar nexos de unión, desde lo programático, para avanzar en democracia y garantizar derechos. Ese ha sido también nuestro objetivo estratégico en todos los procesos recientes de confluencia electoral, como Unidas Podemos, como confluencias municipales, ahora como Sumar, la militancia comunista siempre ha trabajado para desarrollar programas de gobierno que garanticen el interés general, que cuiden a las familias trabajadoras, que fortalezcan democracia y que hagan frente a las organizaciones y políticas antidemocráticas que surgen al calor del derrumbe de unos dogmas neoliberales que hacen insostenible la vida y el planeta.
Los partidos de izquierda son insuficientes sin el empuje del tejido social y de las personas no organizadas pero sí comprometidas
En la actual crisis de Estado, en la que la oligarquía, inútil para frenar los avances progresistas en el Congreso, se sirve de los aparatos del Estado, en especial del judicial, para hacer oposición política al gobierno de coalición, a los objetivos inherentes de las elecciones municipales y autonómicas hay que sumar la defensa de la democracia. Estamos en ese momento en el que la unidad es una necesidad democrática y en el que la gente tiene que intervenir en política. Los partidos de izquierda son insuficientes sin el empuje del tejido social y de las personas no organizadas pero sí comprometidas.
Convergencia partidaria y participación popular
Por tanto, la primera tarea es vehicular en un proceso político la convergencia partidaria y la participación popular. Unidad y participación.
La segunda tarea es hacer saber a nuestros vecinos y vecinas qué se está jugando en estas elecciones. La derecha ya se ha adelantado con falsas respuestas: nos jugamos la ruptura de España, el Estado de derecho, la quiebra económica del Estado… la desaparición de las tradiciones. Es crucial para ganar a las derechas reaccionarias advertir a la sociedad lo que realmente se juega en estas elecciones, punto de inicio de todo un ciclo electoral.
En primer lugar, nos jugamos la convivencia democrática si se generaliza la entrada de VOX en un gobierno con el PP. Unas derechas crecidas de poder municipal y autonómico pueden ganar las generales. Una convivencia democrática cuyo motor e impulso han sido políticas públicas que apostaban por organizar una sociedad donde pan, trabajo, techo y dignidad fueran ejes fundamentales para garantizar igualdad. Una convivencia democrática a base de políticas públicas feministas que profundizan y fortalecen democracia.
En segundo lugar, nos jugamos el modelo de país. El modelo neoliberal que ha imbricado las políticas públicas de las últimas décadas está agotado, en esta coyuntura postpandemia el reforzamiento del papel del Estado se ha de orientar hacia la construcción de un país con más democracia y, por ende, igualdad social.
Nos jugamos que los ayuntamientos y gobiernos autonómicos se pongan al servicio de la mayoría social y no sean sucursales de los intereses de los fondos de inversión
En tercer lugar, nos jugamos que los ayuntamientos y gobiernos autonómicos se pongan al servicio de la mayoría social y no sean sucursales de los intereses de los fondos de inversión. El predominio creciente en los distintos sectores económicos (inmobiliario, transportes, agrario, etc.), de los fondos de inversión, está suponiendo la vulneración de derechos como el de la vivienda o la puesta en riesgo de la seguridad alimentaria en un futuro. El papel de los ayuntamientos y gobiernos autonómicos es hoy crucial como valedores de los intereses de las familias trabajadoras, pymes y cooperativas ante el envite sin cuartel de unos fondos que se están haciendo con nuestros pueblos y ciudades y despojándonos, de facto, de nuestros derechos.
Y, en cuarto lugar, la emergencia climática demanda una intervención y planificación públicas para enfocar unos cambios en el modelo productivo y hábitos de vida cotidiana que no pueden estar mediatizados por los intereses de las grandes corporaciones y fondos sino por las condiciones de supervivencia de nuestro medio natural. No es poco importante lo que nos jugamos en este ciclo electoral, la gente debe saberlo.
Durante décadas el bipartidismo fue capaz de barrer a las alternativas en los ámbitos de poder autonómico y estatal. Tan solo aguantaron las formaciones nacionalistas en Euskadi y Cataluña, aliadas coyunturales del bipartidismo. No obstante, siempre ha permanecido al margen del predominio absoluto del bipartidismo el poder municipal. No es casualidad. El poder mediático tiene más dificultad para condicionar las preferencias en tantísimas y variadas realidades locales y, por otra parte, en los procesos municipales hay una mayor participación popular. La gente se mete más en política cuando se trata de su pueblo. Por eso estas elecciones municipales brindan una oportunidad al PCE. Siempre hemos entendido el municipalismo como una herramienta de transformación social y, en nuestro país, ha sido palanca de avances. Estas elecciones municipales han de jugar ese papel histórico. No son una mera antesala de las generales, son las que determinan, desde el ámbito municipal, las condiciones de posibilidad para construir un nuevo país.
Con las elecciones de mayo, empieza un proceso político que debe desembocar en ganar un país, sabemos que los procesos electorales no lo son todo, sabemos que la organización política y la movilización social también son fundamentales para avanzar en derechos, pero insisto, mayo es condición de posibilidad para ganar país.
Sumar para ganar
Es vital que el proceso político de Sumar consiga que en cada pueblo y ciudad, en cada barrio, haya personas que lo hagan suyo. Conseguir que la participación política se agudice y se descentralice puede tener un efecto multiplicador si las organizaciones políticas y los partidos contribuyen a ello. Esa es la tarea, donde haya una militante comunista, un núcleo del partido, tiene que haber un motor colectivo que garantice alianzas para el fortalecimiento de Sumar.
En esa lógica, el PCE debe trabajar para insertar de forma natural el proceso de construcción de candidaturas y programas electorales municipales y autonómicos, en la hoja de ruta de construcción de SUMAR, porque para construir un proyecto de alternativa de país, hacen falta ciudades, pueblos y comunidades autónomas con gobiernos que cuiden a las familias trabajadoras, que fortalezcan la democracia y que hagan frente a las organizaciones y políticas antidemocráticas.
El PCE sabe imprimir visión estratégica a los procesos electorales, es por esto que la militancia comunista debe contemplar su papel en estas elecciones con mirada larga y, a la vez, fajándose plenamente en sus pueblos y ciudades en pos de candidaturas unitarias y de procesos políticos amplios. Lo uno y lo otro: candidaturas y procesos políticos. Hay que buscar la convergencia electoral de los partidos de izquierda pero, no menos importante, hay que ilusionar e implicar a la gente. La implicación supone protagonismo, no ser atrezzo en la función. Sumar para ganar porque se puede ganar. Con alianzas amplias y con incorporación real de la gente se pueden abrir paso gobiernos en municipios y comunidades autónomas que sean empuje para un nuevo país.
(*) Responsable del Área Institucional y Convergencia del PCE