Al igual que Julian Assange, la historia de Alex Saab debe ser contada. De hecho, también esta es la historia de la arrogancia de un imperio que encarcela y secuestra a un hombre por motivos políticos, violando los principios básicos del derecho internacional. Si en el caso de Assange, lo que está en juego es el derecho de expresión y de información, en el de Saab está en peligro un bien jurídico que se daba por reconocido desde hace varios cientos de años, a saber, la inviolabilidad del embajador. Un principio de civilización jurídica que está en la base del derecho internacional moderno y que ni siquiera los regímenes más totalitarios habían puesto en discusión. Sacra era la figura del diplomático en la reflexión iusnaturalista de Ugo Grozio en el siglo XVII, pero ya los filósofos griegos y los historiadores romanos habían definido inviolable el cuerpo del embajador. Un argumento rechazado, quizás, solo por los piratas y bucaneros, los que los juristas de edad media llamaban con una elegante fórmula tomada del derecho romano, hostis generis humani, enemigos del género humano.  

Fórmula aún más valiosa si se refiere hoy a aquellas políticas económicas y belicistas que, en la época del antropoceno capitalista, ponen concretamente en peligro las posibilidades de la especie humana de vivir y reproducirse.  

Víctima de una guerra poco convencional y de la sofisticada técnica del lawfare, un uso terrorista del derecho que tiene como objetivo eliminar a quienes se oponen a la línea de conducta dictada por el imperialismo, Alex Saab, un pequeño empresario venezolano al servicio de su gobierno con un cargo diplomático, fue arrestado en África, en Cabo Verde, cuando, en junio de 2020, en el apogeo de la crisis pandémica, estaba en una misión por razones humanitarias.  Extraditado a los Estados Unidos, se encuentra ahora en la cárcel, donde ha sufrido un largo período de aislamiento.

El caso de Saab está desencadenando una movilización internacional de solidaridad tanto hacia él como hacia esa República Bolivariana de Venezuela que desde hace años es víctima de un bloqueo ilegal y de varios intentos de desestabilización. Por este motivo, es digna de interés la publicación a cargo de Geraldina Colotti, poeta, escritora y analista internacional, del ágil volumen Alex Saab. Lettere di un sequestrato (Asociación Multimage APS, Florencia).

Como nos explica la curadora, «Hay figuras que, en algunas circunstancias históricas, terminan llevando el peso, concreto y simbólico, de las contradicciones expresadas por el conflicto de clases a nivel global. Es sin duda el caso del diplomático venezolano Alex Saab, secuestrado y deportado a Estados Unidos en violación de las convenciones internacionales».  

En el libro se explica por qué el de Saab es un abuso judicial sin precedentes y cómo la extradición ilegal de una figura protegida por la inmunidad diplomática representa una escalada en el conflicto entre civilización y barbarie que caracteriza el momento actual. La alternativa del socialismo se muestra una vez más como un recurso estratégico, que el imperialismo debe aniquilar a toda costa si quiere continuar en su lógica marcada por las vías de la acumulación y la destrucción.  En la publicación se puede leer, en una larga serie de entrevistas recogidas, la voz de un preso político que se opone a la barbarie y a ese nuevo irracionalismo, como lo llama en un reciente artículo John Bellamy Foster sobre Monthly Review (The new irrationalism, 1, febrero), indicando así la filosofía disciplinante y represiva que brota de las relaciones sociales marcadas por el imperialismo. La que Lukacs identificó con el desarrollo autodestructivo de la razón. 

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