Recapitulemos (1). La “batalla cultural” de la derecha es la forma actual de la manipulación de masas, cuyo objetivo es crear una base mayoritaria que apoye la instauración de un sistema neoliberal y autoritario. Que dicha “batalla” está importada de EE. UU. y no siempre es traducible en cada país.
En España han fracasado los intentos de hacer una batalla en torno al franquismo, siendo minoritario el seguimiento. Franco ha sido trasladado sin más, con poco ruido. El desahucio de Queipo de Llano ha sido un alivio. “A mí la Legión” es poco más que una broma entre camellos. Aunque también han fracasado la campaña de los “antivacunas”, no como en EE.UU. o Alemania. Es decir, en España no creemos muy mayoritariamente que Satán nos ata en corto, elaborando conspiraciones y engaños.
Que en España esté aún cerca no solo la Guerra Civil, sino la inmensa represión que duró más de 40 años; o que nuestro país haya vivido un proceso de “secularización”, de alejamiento de la religión. Estos son elementos que explican la dificultad de la derecha a imponer una batalla que le convenga.
LAS COSAS NO SON COMO PARECEN
El director de cine norteamericano, Michael Moore, plantea en Fahrenheit 11/9, analizando la llegada de Trump al poder, que nos va a enseñar algo desconocido: que EE. UU. es un país de izquierdas. La derecha insiste en que se dirige y representa a la “América real”. ¿La América real es la que dice la derecha? Moore acude a recoger diferentes encuestas, en las que destaca:
- El 71% de la población está a favor del derecho al aborto. Siendo el aborto un elemento de la batalla derechista, volveremos más tarde.
- El 82% está a favor de la igualdad salarial entre hombres y mujeres.
- El 74% exigen leyes ambientales más duras.
- El 61% quiere la legalización de la marihuana.
- Un 70% reclama una Sanidad Pública para todos.
- Y el 60%, una Universidad pública gratuita.
- El 60% a favor de los sindicatos.
- 58%, por prescindir de los grandes bancos.
- El 78% no tiene armas.
- El 75% cree que la inmigración es buena para el país.
Es decir, en el pueblo norteamericano han triunfado los valores de los años 60,s y 70,s.
En esto consiste la “batalla cultural”, la reacción contra valores que van contra los principios de una cada vez más minoritaria América blanca, acomodada y protestante. Aglutinar a los ganadores y perdedores del sistema capitalista en una base común, consistente en lo contrario a las conquistas sociales patentes en la sociedad.
Aun cuando se puedan poner en duda los métodos de las encuestas, o al mismo Michael Moore, hay un hecho objetivo que debemos tener en cuenta. Como en España, Trump nombró a jueces del Tribunal Supremo, dejando por muchos años una mayoría conservadora, cuyo objetivo es impedir cualquier legislación mínimamente progresista.
En el año 73, el mismo Tribunal, en el caso Roe contra Wade, hacía en todo el país legal el derecho al aborto, impidiendo que ningún Estado lo prohibiera. En el año 22, este Tribunal anula su decisión. No consiste en ilegalizar el aborto, sino en que cada Estado puede legislar lo que quiera.
A día de hoy, los referendos convocados, cinco en Estados muy diferentes, han dado una mayoría que apoya el derecho al aborto, aún en Estados conservadores, como Kansas.
ESPAÑA CAMBIÓ
Fijémonos en el malestar que debe sentir más de un tío cuando se entera que ya no puede cogerle el culo a su secretaria. Cómo se siente un “caballero español” cuando comprueba que es delito eso de decirle cosas bonitas a las adolescentes en el ascensor, y que las caricias o son consentidas o puedes tener problemas.
Imaginemos al cazador que elimina a sus perros cuando se acaba la temporada…¡qué ganas de joderlos! ¡Con lo tranquilos que estábamos!
¿Y qué podemos decir del empresario que se ve forzado a hacerle un contrato a sus trabajadores, y encima con el S.M.I.?.
Todo avance social sufrirá una fuerza de reacción proporcional al agua desalojada.
La derecha carga contra los avances sociales mostrando que la mayoría social se ve perjudicada por éstos. Es la “dictadura progre” que ha venido a cargarse lo que funcionaba. Pero, ¿es real la España que nos vende la derecha? ¿Tenemos que tragarnos la trola de que ésta es la “España real”? Utilicemos el mismo instrumento, las encuestas publicadas.
Propongo la “Encuesta de Prospectiva”(2) del C.I.S. de septiembre de 2.022. En ella encontramos los siguientes datos:
- El 78,3% de las encuestas marcan mucha o bastante preocupación por el cambio climático. No parece que seamos un país negacionista de dicho cambio.
- Sin embargo, un 4% señalan que les preocupa la inmigración, siendo la primera opción para el 0,5%.
- Es más, agilizar el proceso de legalización de la población extranjera, obtiene un 35,4% en la banda de “muy de acuerdo”, y un 39,4% el “bastante de acuerdo”.
- Crea más consenso aún la cuestión de si España, en 2.030, debería tener un Estado de Bienestar con más servicios públicos y prestaciones sociales (un 67,1%), o al menos los mismos que ahora (24,1%).
En otra encuesta (3), nos encontramos con otros datos significativos:
- El 71,6% manifiestan que están de acuerdo con la intervención del Estado en la economía.
- El interés de la religión es menor, pero el 64% cree que en el futuro será aún menor el interés.
Y, por supuesto, el derecho al aborto, cuyo apoyo en España está por encima del 80%. La misma derecha tuvo que impedir que el Ministro Ruiz Gallardón rebajara la ley. Es una batalla perdida para los ultracatólicos que animan la actual derecha. Prohibir el derecho al aborto está en la agenda ultra internacional. Lo veremos repetirse en todo el mundo, y chocará con las diferentes realidades sociales.
La derecha española se debate hoy entre el rincón ultra de Vox y la reformulación de una derecha que pretendiendo ser mayoritaria, no renuncie a la “batalla cultural”.
En realidad, esta “batalla” tiene una formalidad en cierto modo “revolucionaria”. Los valores sociales mayoritarios no son los tradicionales. Son valores impuestos por el progresismo (“woke”, en su versión yanqui). Y la “gente de bien” debe rebelarse contra esta dictadura moral que nos imponen.
Lo novedoso es que, en esta ocasión, la hegemonía cultural no la ejerce la clase que domina la sociedad. Parecía que el desarrollo del capitalismo podía convivir con los avances de las costumbres. Así, con el cinismo propio del capital, el matrimonio homosexual era un nuevo nicho de mercado. El aborto, el negocio de las clínicas. Las familias diversas, se integran en el conjunto a través del mercado. Y así podría haber seguido siendo, ya que “todo es una oportunidad”. Es más, el desarrollo capitalista podía convivir con la alternancia entre la derecha y cierta izquierda.
El aspecto “antisistema” le da cierto atractivo que intenta aglutinar a los perdedores del capitalismo. Pero tras ese aspecto existe una “rebelión de los ricos” que no van a admitir la alternancia democrática, que cualquier gobierno de izquierdas puede regular el mercado laboral, poner impuestos a los ricos….
LO QUE NOS QUEDA QUE VER Y OÍR
La principal arma discursiva de la derecha es calificar cualquier gobierno de izquierdas como ilegítimo, golpista, dictador. Es el principal y más antidemocrático principio pronunciado. La alternancia no es posible, las cuestiones políticas no pueden resolverse, en definitiva, en las urnas.
Cualquier gobierno de izquierda es ilegítimo, golpista, felón y otras cosas que ahora no se me ocurren. La negación de la alternancia, de la posibilidad de un gobierno con avances sociales es el aspecto más preocupante de esa estrategia.
“Quieren destruir nuestra sociedad, nuestra democracia”, significa que está prohibido cualquier cambio social. Cualquier avance es ilegítimo y destructor. Un discurso tan carca como en la época del carlismo.
La fake news como método de comunicación está siendo el método de acción política de la derecha. No un bulo, sino un sistema de bulos reproducidos de forma industrial, imprimiendo la velocidad y caducidad de cualquier moda consumista. Bulos de usar y tirar. No importa que se descubra la mentira. Cuando esto ocurra ya estamos en otras muchas cosas diferentes. Es tratar al pueblo como gentes incapaces del análisis, con memoria de pez, enganchados en la novedad y no en la noticia.
La habilidad reconocible, hasta ahora, de la derecha es su capacidad de introducir y priorizar problemas políticos más o menos inventados y marcar la agenda política de las demás fuerzas. Así, por ejemplo, el peligro de que te ocupen la casa el día que vayas de visita y tardes más de la cuenta.
Pero si hay algo realmente peligroso de la nueva estrategia antidemocrática de la derecha es el dominio de los aparatos del Estado: la judicatura, las fuerzas armadas y las fuerzas de seguridad.
Quienes hablan de Estado profundo, domina los aparatos no elegidos democráticamente. Los que acusan a la izquierda de querer ocupar el Estado, están firmemente asentados en diversos poderes, los mismos que plantean como los encargados de hacer imposible los cambios sociales.
Hasta ahora, podemos hablar de un “sentido común” progresista en España, capaz de provocar cambios y de asumir rápidamente nuevos derechos que no hace tanto se veían imposible. Por ejemplo, la aceptación popular del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Las tendencias marcadas en las encuestas, es decir, la necesidad del Estado del Bienestar, la intervención estatal en la economía, la necesidad del cambio económico para afrontar la crisis climática, la aceptación de derechos sexuales y reproductivos…, constituyen en sí mismo un programa común para la izquierda.
Cómo se desarrolle el pulso entre el PP y VOX, cómo se adapte la “batalla cultural” a la cultura española, nos dará señales de cómo intentan (y lo intentarán) cambiar las tendencias sociales progresistas. Una derecha asentada en el Gobierno, con la prensa privada y pública haciéndole la tarea, es una perspectiva bastante negra para nuestro país.
Aunque debemos tener en cuenta que esta batalla tiene mucho de fantasmal, de intentar marcar ideológicamente una sociedad para poder profundizar en la reforma neoliberal del Estado y sustituir la conciencia de clase que nos lleva a luchar por la educación obligatoria, gratuita y de calidad por distracciones comunicativas con el que se pretende tener el asentimiento general a lo que sí es real en su política: profundizar en el salvajismo capitalista.
Por ahora, frente a la privatización de la sanidad, movilización. Frente al machismo ofendido, movimiento feminista. Ante el proyecto elitista de la educación facha, educación pública, laica y de calidad. Esto es no dejarnos seducir por su “batalla cultural”.
NOTAS:
(1). Desde septiembre de 2.020 vengo siguiendo el surgimiento de esta “batalla cultural”, su desarrollo y su adaptación a nuestro país. Todo esto en artículos publicados por Mundo Obrero, y que puedes consultar en: Luciniano Rodríguez | Mundo Obrero
(2). ·CIS·Centro de Investigaciones Sociológicas·Ficha del estudio
(*) Militante del PCE