La noticia publicada recientemente de que RENFE liberalizará los servicios de Cercanías, pudiera no sorprendernos, si no conociéramos de antemano lo apetecible de este sector por la gran empresa, y las derivas neoliberales de las distintas administraciones en las últimas décadas.

Cuando hablamos de liberalizar un servicio como este, que mueve y desplaza a diario alrededor de dos millones de personas tanto para el trabajo como para sus necesidades de movilidad, supone estar dejando a la mayoría social, es decir a la clase trabajadora, en una situación de vulnerabilidad al desposeerlos de un servicio público y en un sector tan importante; vulnerabilidad que afectará de manera especial a las mujeres, que son quienes utilizan mayoritariamente las cercanías y a las personas con necesidades específicas de movilidad.

Liberalizar el servicio de cercanías sin poner en el centro la prestación social y de servicio público del tren hará más competitivas a las empresas a la vez que más vulnerables a las usuarias y usuarios.

A lo largo de su historia el capitalismo ha resuelto sus sucesivas crisis como buenamente ha podido, pero cada vez se está encontrando con más problemas a superar, al estar topándose con límites naturales.

El concepto de movilidad, impulsado y fomentado a través del coche de forma individualizada sobre todo a partir del primer tercio del pasado siglo XX, creó un desarrollismo sustentado en medidas extractivistas de recursos fósiles y naturales. Ese modelo, dados los altos niveles de contaminación a través de las emisiones de Co2 a la atmósfera, y sus visos de caducidad, nos ha creado un problema de cambio climático como nunca había tenido nuestra sociedad.

Hace 200 años, con la aparición del tren, las sociedades vivieron un salto cualitativo y cuantitativo en términos de movilidad colectica hasta el momento no conseguidas. El desarrollismo referido anteriormente en torno al vehículo hizo que el tren fuese perdiendo cuota de implantación, lo que ha llevado a que muchos territorios del Estado, lo que hoy se denomina “La España Vaciada”, tenga opciones muy difíciles que no vengan de una vertebración del territorio y de un servicio público que frene la despoblación.

El tren fue el sistema modal de transporte del pasado y lo será del futuro, pero ese futuro tendremos que ganárnoslo ya que la apuesta neoliberal de nuestra administración es y seguirá siendo, la privatización y el abandono sucesivo por parte de las administraciones central, autonómica y local, aunque todas ellas y de manera diferente, tienen asignadas competencias o transferidos fondos para ejecuciones de las cercanías en todo el territorio español. La desaparición de vías, paradas y reducción de horarios ha llevado a una situación de abandono y deterioro de gran parte de la red ferroviaria en nuestro país; la liberalización de las cercanías sin atajar de raíz los problemas existentes hoy, no garantiza ninguno de los cumplimientos de la Agenda 20-30 sobre movilidad, sostenibilidad y vertebración del territorio. La única garantía de mantener y mejorar el servicio de cercanías es desde lo público. Adif debe seguir siendo garante del mantenimiento de la red ferroviaria, sin olvidar las empresas públicas de carácter autonómico que ya existen, como Eusko Tren, Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya, de la Generalitat Valenciana y Serveis ferroviaris de Mallorca.

(*) Responsable Red activista tren de IU Andalucía

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