Más que encontrar una fórmula que nos integre a todos, sería conveniente crear (producir) entre todas/os esa “casa”. Una “casa” no simplemente para una convocatoria electoral, sino de cara, al menos a medio plazo, al futuro que nos espera, y nos está exigiendo a la izquierda un modelo de país basado en la justicia social y en la libertad.
No existen modelos, ni siquiera ejemplos, solo hay casos, que hay que construir en sintonía con las condiciones históricas determinadas. Pero nos ayudaría entender las cosas una referencia a algo que dijo Pepe Mujica sobre la matriz organizativa que levantó una alternativa en Uruguay: “Un frente más amplio que frente”.
Parece que hablamos de una fórmula política y organizativa donde quepamos cuantos más, mejor. Lo que no habla de centrismo ni de equidistancia, sino de un horizonte programático que a corto y medio plazo trabaje por una transformación de las estructuras desde una fuerza no simplemente electoral, sino también incardinada en el tejido social. Una fuerza donde junto a partidos y organizaciones, puedan convivir otros y otras, esa izquierda sumergida que suele recorrer cada día las aceras de nuestras calles, y que busca una casa política con las puertas abiertas.
Estuve el otro día en el acto multitudinario de “Sumar” en Sevilla, dispuesto a entenderlo todo, a compartir sentimientos y propuestas. Creo haberlo conseguido, aunque no oculto que me he puesto la casaca de “hombre fácil”. Incluso entendí que sobre Doñana hablara un ecologista independiente (respetable, viejo conocido), y no alguien del PCA. Con el PCA se puede empatar en la defensa histórica de Doñana, pero es difícil superar su lucha, desde que se creó “Salvemos Doñana”, y se acertó a popularizar la existencia de un acuífero, el acuífero 27, esquilmado y acosado por la voracidad liberal, para la que siempre Doñana ha sido un lujo, una exageración de la naturaleza.
No sé si con ochenta años recién cumplidos, los primeros ochenta (dicen que los segundos suelen ser más tranquilos) me he ablandado algo, pero creo que me pasó igual cuando creamos Convocatoria por Andalucía, y en el mitin fundacional, en la plaza sevillana de San Francisco, en febrero de 1984, dijimos (Julio Anguita utilizó el micrófono con la determinación histórica de siempre), que el PCA solo no podía, que se trataba de transformar las estructuras y que era necesario convocar a personas y organizaciones a esta tarea común.
A veces, sobre todo últimamente, he repetido una especie de chascarrillo que para algunos suena demasiado radical, y hasta oportunista (que viene el lobo): “O luchamos juntos o nos ahorcarán por separado”. Es verdad que a veces no viene el lobo, a pesar del anuncio, pero en otras ocasiones suele presentarse. Y aquí engancho una argumentación simple, que parece lógica: ¿No es peligroso que el PP y VOX logren juntar los votos suficientes para gobernar España partir de diciembre de 2023?
Nadie debe deponer las armas programáticas ni ceder en sus previsiones electorales. Nadie debe dar las listas electorales por perdidas, es decir, cerradas en despacho incógnitos. Nadie debe aceptar falsas suposiciones (por ejemplo, que Podemos apenas existe). Nadie debe tirar por la ventanilla del tren su mochila histórica. Nadie debe resignarse a que el sistema intenta convertir la política en un mercado electoral.
Todas las posibilidades están en pie y esperan nuestra intervención, la de cada cual, pensando todos/as, eso sí, en algo que puede ser más amplio que frente.
Y que se sepa desde el principio, pienso yo: la lealtad no consiste en subirse constantemente a un tren en marcha que no se sabe de dónde viene, quién lo conduce o adónde va. Ese tren tenemos que ponerlo todos sobre los raíles adecuados, respondiendo a la pregunta que se hace en Alicia en el país de las maravillas: ¿Por qué camino hay que tirar? Depende de adónde piensas llegar.