“Los que mueren por la vida
No pueden llamarse muertos
Y a partir de este momento
Es prohibido llorarlos…” Alí Primera.
El 5 de marzo de 2013 a las 16:25 horas el cielo de Caracas se tiñó de rojo y comenzó a llover. El Comandante Chávez había cruzado la puerta hacia la eternidad. Desde ese día y a esa hora la salva del cañón del fuerte militar 4F retumba en honor y recuerdo del Comandante. Esa salva que retumba en los corazones de Venezuela, te estremece, te emociona y te inunda la piel, llegando a hacerte comprender lo que supuso el Comandante eterno Chávez para los “nadie” de Venezuela y de todo el continente.
Este pasado 5 de marzo se cumplían diez años del paso de Hugo Chávez a la eternidad. Diez años de legado de la Revolución Bolivariana, conducida desde entonces por el presidente Nicolás Maduro.
Diez años de lucha contra la implementación por parte del imperialismo de 929 medidas coercitivas unilaterales, contrarias al derecho internacional, contra la Revolución y contra el legítimo gobierno de Venezuela. Diez años de guerra económica, de intentos de magnicidio contra el presidente Maduro. Diez años en los que, a pesar de todo, la Revolución Bolivariana se ha fortalecido y sigue siendo, junto a Cuba, faro y guía para los pueblos del mundo que deciden que el águila deje de afilarse su espuela.
Como recuerda el Instituto Simón Bolívar en el prólogo del Dossier número 61 del Instituto Tricontinental de Investigación Social, “Chávez encabezó un proceso social que no sólo reivindica su propia tradición anticolonial al renovar el pensamiento de Simón Bolívar: la lucha por la independencia, la lucha por la unidad de la nación latinoamericana y la lucha por la justicia social, sino que también rescata las luchas históricas de los pueblos durante el siglo XX contra el imperialismo estadounidense que, con base en su doctrina Monroe, pretendía hacer de América Latina, parte de su dominio”.
Venezuela arrastraba la herencia de una Cuarta República que se caracterizó por acatar y aplicar los paquetes neoliberales que ordenaba el Fondo Monetario Internacional, privatizando y externalizando la educación o la sanidad, sumiendo al país en la más absoluta miseria, en donde la exclusión social era el pan de cada día mientras, las grandes fortunas nacionales y extranjeras se hacían con los recursos venezolanos sin prácticamente coste alguno.
La llegada de Chávez supuso el fin de las políticas neoliberales, la ruptura con el FMI, el freno a que Estados Unidos y sus lacayos, usasen a Venezuela como su patio trasero.
Chávez afianzó los derechos fundamentales de las y los venezolanos a través de un proceso constituyente que dio vida a una nueva Constitución de todos y para todos, consagrando numerosas políticas universales de inclusión social que el Presidente denominó Misiones y que a día de hoy, como ocurre con la Misión Vivienda, (en 2025 se esperan alcanzar cinco millones de techos dignos entregados) siguen dando cobertura y mejorando las condiciones materiales y sociales del pueblo venezolano. Así, el 28 de octubre de 2005, la Unesco declaró a Venezuela como “Territorio Libre de Analfabetismo”. En la actualidad, el Sistema Público Nacional de Salud (SPNS), es gratuito y de calidad y Venezuela destaca como la segunda nación del mundo con mayor capacidad de atención en la salud primaria, superada por la República de Cuba. La Misión Robinson se formalizó en el año 2003 como un programa de alfabetización masiva que alcanzó a los sectores de la población tradicionalmente excluidos: los pobres, los indígenas, los privados de libertad y las personas con discapacidad.
La educación universitaria dejó de ser un privilegio de pocos para ser un derecho de todos los venezolanos. Desde el triunfo de la Revolución Bolivariana se han creado 42 universidades.
La llegada de Chávez supuso un verdadero impulso a la democracia participativa y protagónica, considerando a las mujeres el pivote principal de la Revolución, apoyando el empoderamiento, organización y participación de las mismas en la vida política de Venezuela a través de la creación del Ministerio del Poder Popular para la Mujer y la Igualdad de Género, del Instituto Nacional de la Mujer y del Banco de Desarrollo para la Mujer, entre otras instituciones.
Masacres como la del Caracazo, orquestada por Carlos Andrés Pérez, con el amparo de la administración estadounidense, quedarán grabadas a fuego en la historia contemporánea venezolana, por ello, Chávez decretó como política de Estado el fin de la tortura y de las desapariciones forzadas, apuntalando así una democracia que a día de hoy atemoriza al imperio por ser ejemplo de soberanía e independencia.
Estos avances junto a tantos otros como el Plan de la Patria de 2013 hacen que el legado del comandante siga más vigente que nunca. Además, el pueblo venezolano, le pese a quien le pese, seguirá defendiendo y consolidando una independencia que tras 200 años llegó de la mano del Comandante. El Socialismo Bolivariano del siglo XXI continuará afianzando derechos sociales contra un capitalismo depredador que hace de la desigualdad su bandera.
Y es que gracias a Chávez la Revolución Bolivariana a día de hoy no es solo una pieza clave en la región, sino que es fundamental para la consecución de un mundo multipolar en paz que respete la vida y la soberanía de los pueblos.
Por eso, a diez años de tu partida física seguimos y seguiremos gritando: ¡Chávez vive, la lucha sigue!